miércoles, 28 de abril de 2010

YO, LA GIGANTA EGOÍSTA

Ya estoy aquí... vacío de red (otra vez hablando sola). No sé como ni cuando, pero hace poco, descubrí una extraña cosa de mí misma (no será la primera). Soy egoísta. Sí, sí, lo reconozco, soy soberanamente egoísta. Mire por donde lo mire, solo consigo ver mi ingente ego. En serio, soy egocéntrica a más no poder. Pero estoy bien (en tu caso es complicado estar "bien"), de verdad. Es más, estoy orgullosa de mi egoísmo. No sé si soy la única aficionada a los cuentas del Sr. Wilde (sí, hija sí, no hay nadie tan friki), pero si alguna vez ha caído en vuestras manos su colección de cuentos (sinceramente, lo dudo), seguro que conoceréis el cuento de "El Gigante Egoísta". Pues bien, yo soy como ese gigante. Él no debaja entrar a los renacuajos en su jardín precisamente por eso, porque era su jardín y estaba en todo el derecho. A mí me pasa igual, salvo que yo no tengo ningún jardín (en tu cabeza si que tienes un jardín, el jardín de la locura), pero me siento igual que el gigante. Estas son las cosas por las que me he dado cuenta de que soy egoísta:
  • Odio cuando la gente me pregunta ¿qué tal? Es mi vida, me pertenece y no quiero compartirla con nadie.
  • No soporto ver a la gente con la misma ropa que yo (ya estamos, tú eres la que lleva la misma ropa de la gente). Es mi ropa, es mi estilo, creáte el tuyo propio.
  • Aborrezco ver a las personas entrar al cine a ver la misma película que yo y me pone mala cuando la comentan después. Lo sé es estúpido, pero a mí me molesta.
  • No me gusta nada dejar mis deberes. Es mi trabajo, es mío, ha sido mi mano la que ha cogido el bolígrafo y se ha puesto a escribir, es mi trabajo y mi concenttración, es mi tiempo perdido, ¿por qué he de compartir con los demás?
  • Es horrible cuando a alguien le gustan las mismas cosas que me gustan a mí. Yo llevo viviendo 14 años sobre la faz de la tierra y en todos esos años, me he esforzado por formar y consolidar mi propia personalidad, con gustos y estilos propios, deseando ser única. ¿Por qué la gente tiene que cambiar de gustos de un día para otro y convertirse en una parte de ellos mismos parecida a la mía?
  • Me disgusta pensar en los demás. Sí, lo hago muy a menudo, pero no quiero preocuparme por pensar que es lo que le gusta a Fulanita o si Menganito se habrá enfadado conmigo por mi mordaz comentario. Yo soy como soy y hago lo que hago, si la gente piensa que voy a sentirme culpable por tales nimiedades, la lleva clara.
  • Los libros. El mi punto flaco. Tengo 14 años y mi vida prácticamente se resume a hermanos Grimm, Neil Gaiman y Orson Scott Card. No soporta que cuando por la tele anuncien que los adolescentes solo van de botellón, se conectan al Tuenti y se pasan el día haciendo el vago, mientras yo lea, lea, lea y me empape de cultura, haya otros jóvenes que lean y además leen el doble o el triple, autores que yo no puedo ni oír por lo aburrido que son. Pero supongo que eso es irremediable. A pesar de eso, siento ganas de estrangular a la persona que lea el mismo libro que me estoy leyendo yo o comparta mi opinión sobre otro o que coincidamos en el libro favorito. ¡No! Me he esforzado por leerme grandes tochazos, escribir excelsas críticas, seleccionar los mejor de lo mejor para que venga alguien venga y te diga, ¿a ti también de gusta Anthony Burguess? ¡No me digas! Mi libro de él favorito es la "Naranja Mecánica" ¿y el tuyo? Al menos nadie me lo ha dicho hasta ahora, pero si alguien lo hace, soy capaz de tirarme a su yugular y a grandes bocados llegar hasta su vena aorta.
  • No me gusta dar mi opinión en público, para que encima me la discutan. No me gusta el sistema político español, por esto, por esto y por esto y ya está. Nadie tiene derecho a decirme, te estás equivocando porque eres demasiado joven y no entiendes de política, bla, bla, bla, bla. Ya lo he dicho, es mi opinión. Mía. Los demás puedan pensar lo que quieran del Plan E. Pueden discutir y tirarse de los pelos. Pero yo pienso esto y nadie tiene porque replicarme.
  • Y la mayor causa de mi egoísmo es: que no me gustan las persona. Sí, tendré amigos, o gente con la que voy ya que no tengo el derecho de llamarlos amigos y ellos no han hecho nada para que yo los pueda llamar de esta forma; sí, habrá personas que me caerán muy bien y otras no tanto. Y sí, a mí ya me llaman bicho raro (¡no! ¿de verdad? ¿me lo dices o me lo cuentas?), y yo no lo cosidero ningún insulto. En el fondo me alegro, yo soy un bicho raro y los demás no, los demás son gente del común corriente y vulgar. Si por mi fuera, yo podría tener clases particulares y no relacionarme con nadie y vivir sola y amargada. ¡Y sí! Yo sería feliz de esta manera. Sería feliz condenada al ostracismo el resto de mi vida. Solo yo y mis libros. Yo pensaría cosas y no tendría que compartirlas con nadie y no me volvería loca viviendo sola, es más sería muy feliz de esa manera. No habría gente con la que hablar, gente con la que compartir. Sólo yo.
Lo sé, lo sé cuando alguien lea esto, pensará "¡qué chica tan egoísta!" (no querida, van a pensar ¡qué chica tan idiota!). Pero eso me hace única, soy egoísta y lo reconzco. A mí no me gusta compartir. Compartir sólo lo hacen las almas caritativas y yo, no lo soy.




2 comentarios:

Beatrice dijo...

Pocas personas tiene el valor de admitirlo, aunque ahora casi me da miedo opinar no vaya a ser que te lances a mi yugular por coincidir contigo en distintos puntos, asi que por precaución me voy a callar...
Un besito!

Cee. dijo...

Te has equivocado en el título. No es "Yo, la giganta egoísta" sino "Yo, la giganta egocéntrica".
Tienes un pavo enorme. Que mala es la adolescencia.
¡Oye! Que no estamos de acuerdo, así que no hay problema, ¿verdad? ;)

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