Para-anormales–tenía que hacer el chiste- de Kierstin White

Evie trabaja para la Agencia Internacional de Contención de Paranormales –o algo así, no me voy a molestar en mirar-. Su trabajo consiste en buscar, capturar y inmovilizar a toda clase de parafernalia. Además con una mejor amiga sirena, un ex hada pirado y un paranormal nuevo, sexy pero acuoso, Evie sólo puede consolarse con que ella sí es normal… cuando descubre que no lo es.

Juas, juas. ¿Echabais de menos los despotriqueos –si eres de Ediciones B, probablemente no-? Pues no lloréis más, amores míos. Aquí una racha de malas hostias servidas.

¿La vuelta de tuerca que el género estaba esperando? Ja. Ja. Ja. Como no le deis la vuelta al libró no sé a que vuelta de tuerca se refieren.

No so dejéis engañar, que esa portada que chilla a grito pelado “cómprame, insensato” no os time. Haced caso a la pegatina de la Cuore y corred en dirección contraria. Vuestras neuronas os lo agradecerán.

Pero probablemente con tres líneas escasas no estáis satisfechos y ansiáis una reseña en buenas condiciones y todavía os pica el gusanillo de la curiosidad por ese libro con una chica tan mona y un pegajo cutre, rosa chicle de una revista que daña los ojos.

Al grano. Evie quiere ser normal. Más bien está obsesionada con ser normal –hubo momentos en los que me daba miedo, creía que se iba a poner en plan Cannibal Lecter-. Joer, anda qué cosa tan original. No hay más metas en la vida que ser normal e ir a un instituto –pero ojo, que es un instituto americano, de los que siempre molan más-. Todas las protagonistas que NO quieran ser normales y que NO idolatren el bendito instituto americano están en busca y captura. Pero además, la chica es tonta de remate. ¿Esperabais una Buffy con un par de ovarios bien puestos, mucha carisma y unas escenas de lucha de aupa? ¡Ja! confromaros con una réplica en Clary, más rosa, más llorica, más debilucha y más imbécil.

Y por no hablaros del resto de los títeres inanimados que manipula White. No entro en detalles porque son tan miserables, tan vulgares y tan low cost que ni merecen mi mención. Sólo hablaré del crush de nuestra Evie. Alguien debería enseñarles a estas señoras un chico de verdad. No máquinas que te dicen cursiladas y besos de sujétame que me caigo cuando metes 50 peniques.

Ésta sí es una cazademonios en potencia. Con mala leche y buen humor. Y sin nada rosa.

Podría pasar todas estas cosas por alto si al menos hubiera un argumento decente, unos diálogos con chispa y unas luchas sangrientas. Ingenua de mí. Esto es un libro working class –por lo que no merece ni la mitad de vuestra atención-. Las descripciones se resumen a “entré en una casa, fui a mi cuarto, pensé en los mucho que deseaba esa normalidad en mi vida”. Puede parecer ameno, sí, pero a las 100 páginas yo estaba harta de wannabes, Easton Heights y rosa chillón con estampado de cebra –sí, además de idiota, tampoco sabe conjuntar-.

Y ese final de dos páginas. Oh. Oh. Lo cutre llevado al límite. Unos manotazos baratos –no vaya a ser que a Evie se le estopee la manicura-, unos lloriqueos y punto pelota. ¿Y me dicen que hay segunda parte? Kill me, please. Just kill me.

Como cosa buena diré que si queréis subiros la autoestima, ¡adelante! Si fanfics de la prole como estos se publican ¡imaginaos vuestras posibilidades!

VEREDICTO:

No todo lo que reluce es buena literatura. Es marketing del bueno.