Rima con detergente de Veronica Roth

En el Chicago distópico de Beatrice Prior, la sociedad está dividida en cinco facciones, cada una de ellas dedicada a cultivar una virtud concreta: Verdad (los sinceros), Abnegación (los altruistas), Osadía (los valientes), Cordialidad (los pacíficos) y Erudición (los inteligentes). En una ceremonia anual, todos los chicos de dieciséis años deben decidir a qué facción dedicarán el resto de sus vidas. Beatrice tiene que elegir entre quedarse con su familia... y ser quien realmente es, no puede tener ambas cosas. Así que toma una decisión que sorprenderá a todo el mundo, incluida ella. Durante el competitivo proceso de iniciación posterior, Beatrice decide pasar a llamarse Tris e intenta averiguar quiénes son sus verdaderos amigos, y dónde encaja en su vida enamorarse de un chico que unas veces resulta fascinante y otras veces la exaspera. Sin embargo, Tris también tiene un secreto, un secreto que no ha contado a nadie para no poner su vida en peligro. Cuando descubre un conflicto que amenaza con desbaratar la, en apariencia, perfecta sociedad en la que vive, también averigua que su secreto podría ser la clave para salvar a los que ama o... para acabar muerta.

Sinopsis larga, tediosa y aburrida porque hoy es lunes y no me siento capacitada para hacer nada más.

Obviante el chiste por el que me merezco más de un buuuu indiscriminado, vayamos a meternos en materia. Je.

Por mucho que el chachístico James Dashner me diga que se trata de “un libro abosrbente y fascinante”, por mucho que Tumblr esté totalmente anonadado y entusiasmado con este libro, por mucho de que lo llamen el “verdadero y auténtico sucesor de los Juegos del Hambre”, Alendax no se lo cree. No, no y no. Divergente es un libro juvenil pasable pero una malisísisisisisisima distopía.

Veamos…

Lo primero, lo principal y lo más lógico en una distopía, es explicar, aunque sea muy escuetamente, cómo se llegó a esa situación. Puede parecer muy evidente y muy obvio, pero es básico en la construcción de una buena distopía. ¿Se hace en este libro? No. Llega a ser algo así como que un día se despertaron, había cinco facciones, un gobierno opresor y chispún.

Después, parece ser que el entorno distópico sólo se aplica a Chicago, porque del resto del mundo no se dice ni mu.

El tema de las facciones no quedó nada claro, se basa en Osadía y Abnegación, de las buenas facciones que son Osadía y Abnegación, los demás están formadas por idiotas porque no son ni Osados ni Abnegados. No se aclara de que se encargaba cada facción, ¿qué hacían los veraces? ¿Cuál es la diferencia entre Abnegados y Cordiales? ¿Qué trabajos hacen exactamente el resto de facciones? El libro es todo sobre lo chachi-piruli que es estar en Osadía y lo chachi-piruli que es estar en Abnegación.

Por no hablar de que de distopía nada de nada, las 350 páginas parecen una película de las malas, sobre una novata en un internado y las peripecias que vive. Que si le quieren hacer la vida imposible, que si el chico mono le sonríe, que si hace amigos de yupi-guays. Hay alguna que otra reflexión muy buena, que tal vez si todo no fuera tan Tímidas Colegialas A Las Que Mola Putear, habrían sido interesantes y muy buenas, pero parecen que no son más que una cubertura para no hacer olvidar al lector que está leyendo una distopía y no una historieta sobre internados.

Pasadas las 350 páginas, la soporífera rutina de Tris desaparece de golpe y plumazo y todo es caótico, absurdo e irregular. No en el buen sentido –ya conocen todos los mucho que se aprecia las tres cosas indicadas en este blog-, en el malo, el que te deja cara de WTF? Es como si Roth tuviese prisa y lo acabase todo de cualquier manera, tú muerto, tú vivo, tú desaparece por ahí y pongo la palabra FIN por poner algo. En fin…

Y también está Tris. Beatrice Prior, el intento frustrado, tonto e inútil de Katniss Everdeen. Ja, ja, ja. Mientras nuestra Katniss es una heroína en potencia, Tris se dedica a lloriquar, a dejarse mangonear, a echar de menos a su mami, a enfurruñarse en plan ¡jo, todo el mundo me odia porque soy tan fabulosa que todo el mundo quiere ser como yo!; suelta baratos discursitos sobre ser fuerte e independiente. Que yo soy fuerte y valiente, que sí. Que yo lo digo y por eso lo soy. Ja. Tiene escenas buenas, escenas donde deja asomar una fortaleza y una fiereza desdibujadas, pero son sólo momentos para compensar su falta de neuronas y su torrente de narcisismo.

Gracias Tumblr, dando ideas desde… tu existencia.

Y la trama distópica, porque desde luego, no es una distopía hecha y derecha sólo porque al final la señorita Roth recuerda ¡ostras, si yo lo que escribía es esto y no aquello! Creo que todo escritor de distopías que se precie debe entender una cosa: NO HAY MALOS Y BUENOS. En teoría el gobierno es el malo, pero siempre hay unas razones que respaldan las decisiones tan drásticas de ese mismo gobierno y eso es algo que en este libro no se precia. Los malos son malos malísimos que quieren acabar con el mundo entero. Somos malos. Ja.

Sin embargo, no todo es para llevarse las manos a la cabeza, el romance es lógico y creíble. A pesar de que Cuatro sea el esbozo de chico perfecto –más guapo, más listo, más popular, más alto- el desarrollo romántico fue bastante maduro. No había un primer encuentro de le veo, le amo.

Tal vez la idea no fuese mala del todo, pero con una petarda insufrible con arranques de diva como protagonista, los tres cuartos de la novela siendo una serie de la tele de institutos y un final donde se intenta amañar de forma rápida, precipitada e incoherente lo que el resto de la novela no ha dado de sí, pues el resultado es el que tengo en mis manos.

VEREDICTO:

Leed a Orwell, a Bradbury, a Huxley, a Golding, a Burguess y a un sinfín de nombres de gente que escribe distopías de verdad. He dicho.

P.D.: Leeré Insurgent, porque soy muy guay, porque intento aprender inglés y porque a pesar de todo, el final es demasiado abrupto y me da ganas de saber más.